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Es hora de que te paguen

Recientemente leí muchos comentarios en foros de freenlancers de profesionales que se quejaban de que su trabajo no era remunerado, es decir realizaban el trabajo y finalmente el cliente no llegaba a pagarles.

Sus clientes esgrimían distintos motivos pero al final hacían uso total o parcial de ese trabajo. A veces incluso no hay ninguna razón. Simplemente no hay respuesta una vez la factura ha sido emitida.

Esta es una de esas situaciones en las que nadie quiere verse envuelto. Tú no llamas al fontanero y le pides que te arregle las cañerías para luego hacerte el sueco y nunca pagar, ¿verdad? Pues lo mismo debería aplicarse a los freelancers, sobre todo a aquellos en campos de la creatividad, que parecen ser las principales víctimas de esta mala práctica.

Es por ello que quiero darte una pequeña guía para evitar estas situaciones.

Contratos, por favor

Lo primero es que debes conocer tus derechos. Nadie realiza un contrato con la idea de evitar acabar en el juzgado reclamando por lo que te corresponde. No obstante, recuerda que el contrato te salvará en situaciones desagradables.

Esto incluye también contratos verbales. Estos son válidos siempre y cuando la Ley no especifique lo contrario, es el caso de creación, modificación o extinción de derechos reales sobre bienes inmuebles.

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El mayor problema es que los contratos verbales son siempre difíciles de probar. Las palabras se las lleva el viento, es difícil tener testigos o demostrar periodicidad y, oye, puestos a realizar una grabación del contrato grabado, ¿por qué no directamente redactarlo?

¿Qué pasa si no tienes un contrato, ni verbal ni escrito? Esta es la práctica menos recomendable. En serio, existen plantillas de contratos para realizar todo tipo de trabajos. Es mejor curarse en salud que nunca llegar a ver el pago de tus facturas.

“Pero todavía no he recibido el dinero”

A veces resulta más beneficioso hablar primero y disparar después. Si tu cliente todavía no te ha pagado no corras directamente al juzgado. A lo mejor se le ha olvidado. Esto no significa que no se lo recuerdes. En Debitoor puedes usar los recordatorios ante situaciones de impago.

Vale, puede que si se le ha olvidado, no quieras volver a trabajar con ese cliente, pero recuerda también que en el mundo de la banca también suceden errores y accidentes. Dale el beneficio de la duda, pero también mira si tú le llegaste a enviar la factura o él la recibió. No serías el primero al que le pasa.

Recuerda que cuando se lo notificas no hace falta ir como un pollo sin cabeza o en plan Sylvester Stallone en Rambo. Demuestra ser la persona educada que te consideras y escríbele un e-mail amable pero en el que detallas la situación para no dar pie a confusión.

“¿Y ahora qué?”

No has visto el dinero. Bueno, tienes dos opciones: insistir más o recurrir a la vía jurídica. No soy muy partidario de los cobradores de deudas. Cada uno se gana la vida como quiere y/o puede, pero el seguimiento a un cliente puede que a la larga no ayude a la reputación de tu negocio.

Insistir más no significa amenazar ni convertirse en un pandillero del mundo del freelance. Basta con advertir que si no se produce el pago, acudirás a las vías pertinentes. Volvemos al apartado de los contratos. De esa manera, la otra parte tendrá las de perder.

Muchos freelancers recomiendan usar la táctica de “airear los trapos sucios”, es decir sugerir que harás que los medios se hagan conocedores de la situación.

Personalmente no lo recomiendo. Después de haber estado durante un tiempo en el mundo de los medios de comunicación he de decir que esta estrategia es muy pobre. A los periodistas, medios, nos interesan otras cuestiones de actualidad.

Sé coherente contigo mismo

Si tú eres consciente de que el trabajo que proporcionas no es el adecuado, tampoco es justo reclamar por lo que no lo vale. Sé realista con el precio, y si el cliente no comparte tu opinión, intenta explicarle el porqué de esos odiosos números de tu factura.

Al mismo tiempo recuerda ponerte en su situación. Digamos que la empresa está al borde del precipicio. A lo mejor la opción era pagarte a ti o despedir a algún trabajador. Bueno, no es una respuesta placentera pero, como dijo Ortega y Gasset, “yo soy yo y mi circunstancia y si no la salvo a ella no me salvo yo”.

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