La pandemia ocasionada por un nuevo coronavirus ha obligado a muchos trabajadores a hacer teletrabajo.
En España todavía no hay una cultura del teletrabajo, a pesar de que muchos trabajos de oficina, por su naturaleza, podrían permitirlo.
Desgraciadamente, ha tenido que venir un nuevo virus o, mejor dicho, una pandemia cuya magnitud todavía no podemos calibrar - pero que se prevé larga - para que algunas empresas empiecen a descubrir las bondades del teletrabajo.
No hay mal que por bien no venga, como dicen.
Una experiencia personal
Llevo cinco años trabajando para el programa de facturación de Debitoor. Y los tres últimos, por motivos personales que no vienen al caso, teletrabajando. Digamos que sé de lo que hablo, como diría aquel.
No soy bueno dando consejos y tampoco me gusta, quizá por mi poca ejemplaridad en esto y en general. Por lo que os ahorraré el típico 5 consejos para... y explicaré un poco mi experiencia personal y a qué conclusión llegué hace un tiempo.
Quien necesite consejos de pret-a-porter los encontrará a mares en distintas webs, aunque la mayoría que se publican sean de sentido común y repetitivos hasta el cansancio.
El aislamiento y sus tendencias
La primera tendencia para quien teletrabaja es la de caer en el aislamiento. Vale, no descubro nada nuevo a nadie. Pero es que no estoy hablando del simple hecho, inobjetable, de que el teletrabajo, por definición, ya supone una forma de aislamiento con respecto a los compañeros.
Me refiero más bien a la tendencia a aislarse, y a aislarse, y a volver a aislarse, hasta perder la noción de toda forma de compañerismo o de trabajo en equipo. Y ya me dirás cuánto tiempo puede funcionar así un equipo.
¿Qué hacer para frenar esa tendencia al aislamiento? A mí lo que me daba vida - y me la sigue dando - son las reuniones regulares por videoconferencia, aunque sea para comentar algo que se podría resolver perfectamente en un email.
Esto que parece una trivialidad - ¡una videoconferencia! - es lo que ha hecho que esa tendencia al aislamiento no haya degenerado en solipsismo improductivo (o en un forma benigna de locura, por eso de estar siempre hablando con las paredes).
Por solipsismo improductivo me refiero a la baja productividad que a la larga - y a la corta - genera el aislamiento. Y esto es importante: hay que evitar la tendencia. Y, como con el coronavirus, antes de que la cosa se desmadre.
El equipo en perspectiva
Así que, dirigiéndome a ti, estimado usuario, aprovecha cualquier oportunidad para telefonear con tus compañeros y organizar reuniones regulares. Mejor por videoconferencia, aunque sea para hablar o resolver temas que podríais hacerlo de manera más rápida con un email o un par de llamadas individuales.
Puede resultar ineficiente a primera vista, pero no lo es: después de tiempo de aislamiento eso te oxigena, te ayuda a mantener - o incluso mejorar - el contacto con los compañeros y luego, qué quieres, rindes más.
Hay muchas plataformas digitales para hacer videoconferencias que incluyen además chat (Slack, Skype, etc.), por lo que empieza desde ya a probarlo. Eso sí: hazlo de manera organizada y tampoco sin abusar y, siempre que puedas, en equipo. Eso ayudará a mantener la cohesión del grupo.
Conciénciate bien y conciencia bien a tus compañeros. Parte del supuesto (creo que todos deberíamos hacerlo) de que esta pandemia no se va a resolver en los próximos 15 días, el tiempo que dure el estado de alarma (ojalá fuera así).
La situación va para largo, por lo que el teletrabajo, en muchos de nosotros, se convertirá en una nueva forma de vida durante un tiempo.