¿Se es más eficiente trabajando en la oficina o desde casa? Puede resultar una pregunta capciosa, pues hoy en día la gran mayoría de trabajos se realizan en la oficina.
Trabajo y oficina en nuestra cultura laboral están tan estrechamente ligados como lo están, en nuestra cultura de ocio, las copas y los bares, los bañadores y las playas... Si no es en la oficina, ¿dónde se piensa trabajar? ¿En la playa? ¿En el bar?
No obstante, con la revolución digital, trabajar en remoto (normalmente desde casa; no desde la playa o el bar) se ha convertido poco a poco en una realidad y menos en la ficción de mentes aparentemente ociosas o libertarias.
Hay estudios, como este de la Universidad de Stanford ("Flexibility May Be the Key to Increased Productivity"), que indican que trabajar desde casa puede incrementar no sólo la productividad del trabajador, sino su felicidad.
Aunque la clave no solo es esa (trabajar desde casa), sino la flexibilidad y sus beneficios inmateriales: es decir, que el trabajador se sienta más libre por poder organizar la jornada laboral a su antojo, sin el corsé del trabajo de oficina (horarios rígidos e inflexibles, el aliento del jefe sobre la nuca, etc.).
O en otras palabras: la posibilidad - ¡el sueño! - de que el trabajador sea más dueño de su propio trabajo. O, al menos, de cómo organizarlo.
El trabajo en remoto: la nueva realidad
Estos experimentos no son tales si uno se asoma a algunas de las empresas de internet más exitosas del mundo: Automattic, la empresa que fundó WordPress, la famosa plataforma de blogs. Según el Financial Times, Automattic cuenta con 470 empleados repartidos por 45 países (la información aparece en Expansión, "La oficina, ¿una excusa para ser más eficiente?").
Sus trabajadores trabajan desde donde quieren: se comunican a través de Slack (una plataforma para chatear, que también utilizamos en Debitoor), correo electrónico y, desde luego, Skype. Para no perder el contacto (físico), hacen reuniones periódicas - tres o cuatro semanas al año - en alguna ciudad. Y tan contentos.
Más flexibles, más productivos, más felices
Esta nueva realidad laboral se ha asentado en empresas que han nacido al calor de la revolución digital. Las cada vez más variadas herramientas para comunicarse por internet - las ya citadas Slack, Skype o HipChat, por mencionar tres entre cientos - son una gran ayuda.
Y, sobre todo, un gran ahorro, pues la empresa no ha de pagar los gastos inherentes a una oficina: alquiler, luz, agua, internet, etc.
No obstante, lo más destacable no es solo el ahorro, sino los beneficios - no materiales - para el trabajador, que redundan en beneficios - estos sí materiales - para la empresa.
El empleado es más eficiente, trabaja más alegremente. O mejor dicho: es más eficiente por trabajar más alegremente. Y un dato no menos importante: el nivel de renuncias es menor, como demostró aquel estudio de la Universidad de Stanford citado más arriba.
En las empresas tradicionales, sin embargo, el escepticismo es la pauta sobre esta nueva forma de entender el trabajo. Aunque esto varía de país en país: los anglosajones, como siempre, caminan varios pasos por delante (The Work Foundation señala que en Reino Unido cada vez son más los empleados que trabajan desde casa).
En los latinos, como en España, hará falta más de una revolución digital para cambiar ciertos hábitos y costumbres. Aunque esto, poco a poco (quizá muy poco a poco), va cambiando.
¿Es pensable el trabajo en remoto en España?
¿Alguien se imagina en España pudiendo trabajar desde casa? ¿O pidiendo a su jefa o jefe hacerlo, aunque sea solo por probar? La cultura presencial en nuestro país - conocida popularmente como la cultura de "calentar la silla" - parece hacer remota (todavía) la posibilidad del trabajo en remoto.
La sospecha se cierne en seguida no sólo en tu jefe - que ya no podrá controlarte, aunque te ignore la mayor parte del tiempo -, sino entre tus compañeros (que te ignoran igual), con los que parece haber una competencia por quien eleva por más tiempo los grados de temperatura en la silla.
Y no importa que estudios, reportajes y miles de testimonios hayan demostrado hasta la extenuación las consecuencias fatídicas de esta cultura, que nos hace menos productivos y faltos de motivación (el absentismo laboral en España es espectacular; y no sólo en el sector público).
Sin embargo, no todo está perdido. La era del trabajo remoto está llegando poco a poco a nuestro país de la mano de startups digitales: Camaloon, Hitsbook, Gimforless, Redbooth... son una muestra de por dónde están yendo los tiros. ¿Llegarán, no obstante, a agujerear nuestra cultura de "calentar la silla" hasta echarla abajo?
Ya veremos. Aún queda mucho por hacer. Pero hay razones para el optimismo.