No es por querer ponerse cenizo, pero qué le vamos a hacer: esta ola de frío que se vive en España no ha llegado en el mejor momento.
El aumento de la inflación de diciembre (1,6% en tasa interanual) tiene consecuencias sobre la facturación de los autónomos (y las pymes), que son el colectivo más vulnerable en la escala emprendedora.
Por qué la subida de la inflación afecta negativamente a la facturación de los autónomos
Empecemos por señalar a los culpables de la subida de la inflación en diciembre, que equivale, nada menos, a todo lo acumulado en el resto de 2016:
- El aumento del precio de los carburantes.
- El aumento de la energía consumida
- La depreciación del euro con respecto del dólar.
Estos tres bellacos se han unido en mal momento para los autónomos y empresas. Pues la subida del IPC, por encima de la media de la zona euro, coloca a nuestros autónomos y empresas en un lugar de desventaja.
Veamos cómo:
- Sus productos pierden competitividad en el mercado europeo (los países de la zona euro son los principales socios comerciales de nuestras empresas).
- Las importaciones se encarecen (compran más caro a otros países).
Resultado: tanto autónomos como empresas, así como consumidores, pierden poder adquisitivo. Luego las ventas y el consumo se resienten, luego los precios se encarecen aun más, luego las ventas y el consumo se vuelven a resentir, luego...
¿Un círculo vicioso? Sí y no.
El aumento de la inflación en perspectiva
A escala global (es decir, teniendo en cuenta no solo a empresas y autónomos, sino a familias y asalariados) el panorama no es tan lúgubre. Y a largo plazo, tampoco.
Si el precio del petróleo (que causa la subida del precio de los carburantes) se mantiene más o menos estable, así como el precio del euro respecto del dólar, se prevé que la inflación en todo 2017 sea del 2% (más o menos). Y esto es asumible (a largo plazo).
Pero hay otro factor, que tiene que ver con los salarios de los trabajadores, es decir, la gran mayoría de los consumidores: si estos suben al alimón con la inflación, no tiene por qué resentirse el consumo.
Y esto es positivo para las empresas y, sobre todo, para los autónomos (para las empresas con trabajadores el panorama es más complejo, pero aquí no entraremos ahora).
Por último, no hay que olvidar la casilla de la que partíamos: en los últimos años la inflación en España, con respecto del resto de la zona euro, estaba por debajo; lo que, por cierto, favorecía tanto a empresas como a consumidores (y a los autónomos, claro).
Que cambie tan radicalmente en apenas un mes se hace notar, y con dureza.
¿Qué pueden hacer los autónomos?
A corto plazo, los autónomos lo tienen más difícil. Pues se suma un factor poco favorable, que por previsible, no lo convierte en asunto menor: la subida de la base mínima de cotización a la Seguridad Social en 2017.
Todavía queda por determinar cuánto aumentará la cuota mínima mensual de autónomos este año. Si sube a la altura del salario mínimo interprofesional (un 8%) o al nivel de la inflación de 2016 (recordemos, una vez más, el nivel alcanzado en diciembre: 1,6%).
Es de prever que no se decante para ninguno de los extremos. Un dato: ATA, la principal asociación de autónomos, ha pedido al Gobierno que no lo suba más de un 3%. Por lo que ya nos podemos hacer una idea de por dónde irán los tiros.
¿Qué pueden hacer, pues, los autónomos? ATA, que es su representante más influyente, ha solicitado una mesa de diálogo con el Gobierno, que negocia en el Congreso los Presupuestos Generales del Estado con la oposición.
Pero mientras se resuelve esa aspecto (y otros), la coyuntura económica es la que es: por lo que, autónomos, este invierno se espera frío.
¿Estamos jodidos? ¡Claro que no! Habrá que esperar a que escampe el frío. Luego llegará la primavera.