Ventajas y desventajas fiscales de hacer facturas intracomunitarias
Dedicarse al comercio intracomunitario tiene ventajas, pues no tienes que facturar con IVA. Pero tiene también desventajas por el lado del IRPF.
El comercio intracomunitario trae consigo muchas ventajas a los autónomos. Pero también sus desventajas.
Para ir abriendo boquilla, aclararemos aquí de qué ventajas y desventajas hablamos. Desde un punto de vista fiscal, claro:
- Las ventajas tienen un nombre: el IVA intracomunitario.
- Y he aquí las desventajas: el IRPF.
Las ventajas fiscales de hacer facturas intracomunitarias: el IVA intracomunitario
Hacer facturas, en general, tiene una desventaja en cualquier transacción comercial: el pago del IVA. Es el precio que hay que pagar por tener un Estado del bienestar.
Aunque este impuesto recae sobre el consumidor, es el empresario o autónomo que ofrece el servicio quien debe recaudarlo e ingresarlo a Hacienda mediante engorrosos trámites como la presentación trimestral del modelo 303 de IVA.
Sin embargo, para impulsar las transacciones entre operadores de diferentes países - y aliviar las cargas burocráticas - la Unión Europea inventó un sistema: el IVA intracomunitario.
Para ello, los operadores solo tienen que seguir un paso simple:
- Darse de alta en el Registro de Operadores Intracomunitarios (ROI). Un trámite sencillo que se hace en la Agencia Tributaria.
Una vez hecho esto, se aplican las normas del IVA intracomunitario que consisten, básicamente, en no tener que pagar IVA en las transacciones.
Para más información, consulta el blogpost: ¿Cómo trabajar con el IVA intracomunitario en un programa de facturación?
Las desventajas de hacer facturas intracomunitarias: el IRPF
A primera vista, y si has leído de pasada nuestro blogpost "¿Se debe aplicar el IRPF al hacer facturas intracomunitarias?", pensarás: ¿y no es esto también una ventaja? Pues tampoco hay que aplicar retenciones en la factura.
Nada más lejos de la realidad: porque sí, aparentemente es una ventaja (¡sin retenciones!), pero a la vez no lo es. Es más: resulta la gran desventaja para el autónomo en el comercio intracomunitario.
¿Por qué? Muy sencillo: el precio a pagar por no tener que aplicar retenciones ni IVA en las transacciones es el siguiente: tener que pagar un tipo fijo del 20% de IRPF por los rendimientos obtenidos.
Y esto es algo que debes hacer trimestralmente, presentando el modelo 130. ¿Sigues opinando ahora que es una ventaja?
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